
No escribiré una historia sobre tí, porque me lo pediste.
No escribiré una historia sobre tí, ¡porque no me da la gana!
¡Aquí va!
No permitiré que creas que te sueño, te vivo y te veo.
Ni que pienses que a veces me quedo eleta, como boba, pensando en amplios balcones.
¡Peor aún! no permitiré que sepas que soy humana, débil y bocona.
¡Imagínate!
¡Eso jamás!
No permitiré que creas que te sueño, te vivo y te veo.
Ni que pienses que me encanta cuando me meneas y remeneas.
¡Ay, padre!
¡Ay de mí, si te enteras!
Si te enteras que me excitas, me humedeces ¡ay padre! ¡qué pachó!
No permitiré que creas que te sueño, te vivo y te veo.
No lo sabrás, nunca te enterarás.
Porque cuando lo sepas ¡ay, mi Dios!
encolerizarás, porque me advertiste:
"Te diré todas estas cosas, pero no me escribas en esas historias tuyas".
Por eso, amigo mío, no te escribí en historia.
Te escribí con cadencia, ritmo y baile.
Te escribí ¡como me dió la gana!