laberinto

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Barcelona

martes, 23 de febrero de 2010

otredad



Me arranco la otredad

y comienzo por los ojos.


Desgarro las cejas una a una.

Dejaron de enmarcar mis alegres expresiones,

cernir las entradas a mi espíritu,

y salvaguardar las salidas.


Claudicaron.


Rasgo una a una mis pestañas traicioneras,

porque en su multitud abandonaron mis ilusas miradas.


Y mis ojos que veían sin ver, se ahogaron en sal.


Largas noches en vela sin protección.

Cortos días dormida sin los alfiles de mi alma.

Cada arrancada me aprieta; inhalo no exhalo.

Si dejo escapar el aire quizás, no regrese.


Continúo.


Descuartizo mi nariz.

Despellejo la dermis buscando aromas conocidos y

perfumes que transformen recuerdos en vida.

No los hay.


La otredad imposibilita revivir lo no vivido.

Todo es irreal ¡maldita otredad!


Falta por hacer y corto mi boca.

El sabor a sangre me renueva,

lo merece.

No calló .

El ruido fue escalonado hasta ensordecer.


Y mis oídos dejaron de funcionar.


Así, llegó el sonido del silencio.

Ese incesante chillido que rechina cuando no se habla.

La continua onda que tintinea cuando no se canta,

cuando nadie conversa.

Que molesta y no alienta.

Por eso -mis oídos- los removí.


Me arranco la otredad

con voluntad.

Esa, me expatrió y esclavizó.

Me drenó hasta el cansancio.


Hasta que la ví.


Me ví.

La misma,

la esa,

la ella,

la yo,

yo misma,

mi misma,

mismidad.


domingo, 14 de febrero de 2010

Feliz Día de Vivir





Soy una romántica empedernida y viciosa de lo cortavenas. Me encanta la música de tríos, los bolerazos de la Z, las divas; Ana Gabriel, Rocío Jurado, La Durcal, Isabel Pantoja y la Yolandita de los '80. Me fascina la luna llena, las noches estrelladas y pienso que nadar en la laguna "fosforecente" de Vieques a las 3am es riquísimo. Amo escribir y leer me da paz. Disfruto dibujar corazones, lo confieso, los dibujo en mi libreta de escritos. Las flores también me gustan ¡como aquella que recibí en la barra irlandesa, dejé secar en el libro y no la monté en el avión porque fue un pedazo de la aventura! o ¡Aquellas que llegaron de sorpresa al Colegio donde trabajaba!

Soy una romántica que no le ha encontrado lo romántico a San Valentín. Sí, lo celebro...pero, virgoniana al fin, tengo mis... mmm...comentarios.

Este día es una rutina social.
Veámos.

En escuela elemental SanVa es sencillo. La fiestecita se resume al buzón de la amistad; ese que la maestra forra con papel dorado y le pega corazones de constrocshon peiper. Las actividades, casi siempre las mismas; cashual dei, intercambio de postalitas y empache de chocolates. Todos los estudiantes participan y reciben igual cantidad de regalitos; la maestra se encarga previamente de enviar una cartita a los padres con las "instrucciones" para evitar el lloriqueo y los mocos. (Ella ha llorado lo sufiente y no le quedan kleenex.)

En escuela intermedia ya la cosa se complica...llegan los arreglos florales y bombales de los novios. Los chicos, esperan con ansias a las nenas y les hacen entrega (algunos en el portón al lado de la guardia, otros en el salón) de un arreglo que cuesta un ojo de la cara... Ella recibirá como 20 de esos. Y habrá chicas que no recibirán nada. Las maestras solo intervienen para consolar las lloronas y mocosas que fueron plantadas. (En este nivel comienza la empatía y se traza la línea que divide las mujeres de los malparidos.)

La escuela superior es el epítome de la competenecia. La chica que en intermedia recibió 20 arreglos ahora quiere 25 y la que no recibió ni una postal de Pound Puppies no va a la escuela ese día. Las maestras no intervienen; porque las chicas lloronas y mocosas duermen el día entero esperando que sea el 15. (El nivel de ausentismo de maestras es absurdo, se quedan en sus casas para ver películas rositas y comer mantecado de chocolate...también esperan por el 15.)

En ese nivel hay otro tipo de chicas; la que recibe regalos pero no quiere ir a la escuela. Esa era yo. Nunca llegué a mi casa con las manos vacías; recibí flores, peluches, chocolates, lovegrams, incluso, tuve un amigo secreto que me escribía preciosas cartas de amor y me regaló un dije de corazones para una cadena. No miento, siempre me regalaban y aun asi mis papás me tenían que obligar a ir a la escuela ese día.

No me gustaba el alboroto de los besos, las personas vestidas de rojo, la competenecia de los regalos, el revolú de los pétalos sueltos por el piso, me daban lástima las declaraciones de amor no correspondida y detestaba los mocos y el lloriqueo. Todo eso resultado de la rutina de SanVa. No era malo; era predecible.

Y hoy ¿cómo es? Es casi igual pero, debo confesar que en ocasiones me he unido al grupo de las mocosas y lloronas y he deseado estar en kinder recibiendo postales de BatMan. También he convertido chicos en mocosos y llorones...

He llorado, vivido y amado...todo eso el resto de los 364 días del año...¡Cupido no tuvo nada que ver!

El amor no depende de fechas. Es ridícula y deliciosamente rico; sentirlo, beberlo, comerlo, hacerlo...es algo fuera de este mundo. Bailar enamorados no tiene precio. Mirar los ojos de un chiquitín, abrazar a tu abuela, besar a tus papás, pellizcar a tu "mitad"... ¡Yummy! Entonces, ¿por qué meterlo en la agenda? No lo sé y nunca lo sabré pero, me voy ... mi alarma sonó y dice "Feliz Día de Vivir"...