laberinto

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Barcelona

jueves, 19 de mayo de 2011

foursome

Éramos cuatro en aquella cama. Para los gringos es “espring breik” para nosotros es semana santa. Tres chicas, un chico.  Dos, queríamos dormir.  Dos, querían gozar.  Yo, insistí, que dormir también es un gozo pero, perdí.  Empezó el mambo, y en lo que conté hasta tres, una de ella estaba sobre él.  ¡Qué rápida la contrallá, se desvistió en un santiamén!  Él no se quedó atrás…aunque pensándolo bien, creo que nunca tuvo ropa.



Habíamos compartido el día entero.  16 horas de playa, alcohol, sancocho y melcocha eran suficientes.  Bastante “acueinted” como dicen los americanos.  Lo suficiente para esnuarnos. 

El día había sido uno de esos…tengo amigas que dicen que sólo a mí y conmigo pasan cosas así. A veces, lo tomo a bien, a veces a mal… esta vez, sólo lo tomé.  Caímos de paracaídas en dónde no nos habían invitado.  Nos invitamos, dijeron que sí y llegamos.  Nada que unas cuantas medallas, algo de black y un chin de aquello no salve. ¡Total! Que en esta isla somos tantos y tan pocos que, en cuestión de minutos ¡somos familia!  Y claro, como buenos boricuas, las conversaciones giraron en cuanto a desamor, amor, desamor, amor, sexo, sexo, sexo…un poco de mierda y más sexo. 

Se dieron las típicas conversaciones que hacía tiempo no escuchaba. Era abril, y yo llevaba apenas unas semanas fuera del purgatorio; desde la mitad del mes de enero hasta la mitad de marzo, estuve estudiando para la reválida de derecho.  Recién salidita del examen, llevaba meses fuera de la sociedad, y ahora necesitaba reinsertarme.  Esta reinserción, no la vi venir.

Hace exactamente un año publiqué Mi metamorfosis en esta lucha estudiantil.  365 días después me leo y me sé más grande, más rica [en libros y viajes], más buena [en culo… (¡Coño!, que si no me hecho piropos yo ¿quién lo hace?)] En fin, me sé más yo.

Aquel miércoles, 19 de mayo de 2010, escribí desde la marquesina de la casa de mis padres. Tal parece que una vez uno se va del nido, los viejos se explayan y la casa que una vez fue techo de cinco humanos y dos animales…de repente, sólo da para dos humanos y un gato..

Seis días después de aquella publicación sobre mi vida estudiantil, jugué a ser grande y junto a amistades, me embadurné de maquillaje, vestí y planté frente a una cámara...


It’s a wrap!

Y así mismito dijo mi vida.

Al día siguiente, comencé a trabajar en una oficina de las de verdad.  Aquellas cuatro paredes fueron mi escuela.  Llegué sin saber la diferencia entre un sello postal y uno de rentas internas. Ahora, lamo ambos.

Durante ocho meses; llegué, me estacioné; dependiendo cómo se veía la mugre del carro, lo dejaba en el valet o en el car-wash.  Subía a la oficina, tomaba café preparado por la secretaria.  Trabajaba, texteaba (a mami), trabajaba, texteaba (para almuerzo), trabajaba (a la secretaria).

Almorzaba; con suerte con algún ex compañero de universidad, o ex pareja o ex amante o ex lo que sea…porque una vez entré a la milla…que de hecho, no mide una milla, todo fue un ex.

“¿En qué edificio ex-tas?” Ex una pregunta común.

 “Ex-quisito almuerzo.” Ah, el almuerzo, las ricas ensaladas de 20 dólares en Ponte Fresco.  Ponte fresco…dónde te clavan con el precio.


De ahí, regresaba a la oficina. Trabajaba, texteaba (a mi mejor amiga), trabajaba, texteaba (a papi), trabajaba y texteaba (a la siquiatra).

Salía cuando el reloj marcaba la hora número 14 presencial y octava de facturación. Llegaba al apartamento, texteaba (a mi hermana) copa de vino y para la cama no sin antes, texteaba (a mi hermano)… dormía, a veces con el suit como pajamas. Las noches libres –esto es, después de pedir permiso- iba al siquiatra.  Pastillas para dormir, otras para despertar.  Para el día “a mi plin”. 

Por meses, fui parte del conglomerado de espíritus que despiertan convencidos que eso es lo que se hace para sobrevivir.  Por definición, sobrevivir -que proviene del latin: supervivĕre- se dice de una persona [cuando] Viv[e] después de la muerte de otra o después de un determinado suceso.

Por tanto, su utilización es meritoria. Viví a, ante, bajo, con, de, desde, durante, en, entre, excepto, hacia, hasta, mediante, para, por, salvo, según, sin, sobre y tras la milla de oro durante ocho meses, después de un determinado suceso, graduarme de derecho.  Bueno, en mi caso, ni tan determinado, porque no tuve graduación. Y estuve allí, hasta que mi alma no pudo más. 

Admiro a quienes se quedan, razones sobran.

Aquella última noche, quedábamos en la oficina el asociado y yo.  Encubiculada, descalza y despeinada, me aseguré de atar todos los cabos, escribí notas que denotaran mi búsqueda de perfección sin acentuar mis tendencias obsesivas y escuché la puerta.  Horas después me percaté que había sido el licenciado quien, se había ido…me texteó.

Terminé de recoger y me fui.  En el 2010 vaticiné que no podría revalidar en septiembre de ese año.  Falso. Sí pude. No lo hice.  Entonces, en enero del 2011 me embarqué en el encierro. 

Igual que aquel foursome de semana santa, el encierro me envolvió. En un dos por tres, estaba en cuatro.  Mi cerebro, no sabía qué pasaba y mi cuerpo se dejó ir…tanto es así que me tomó semanas recomponerlo.  Pero, fue rico.  Sí, rico. 

 

El encierro fue un juego de mente, un laberinto infinito de cuestionamientos, preguntas, encantos y desengaños.  Un tiempo para ser dueña de mi vida, para crear mis rutinas, comer lo que quisiera, vestirme o desvestirme como me dió la gana.

Durante ese tiempo fortalecí vínculos familiares, desencadené pasiones tóxicas y dejé ir lo que y a quienes llevaba tiempo intentando destetar y me sorprendí. 

¿Por qué?

Porque dejé de estar en el “mundo”. Sí, como los evangélicos y sus divisiones…los encerrados están fuera del mundo y después de un tiempo… fuera del radar.  En consecuencia, estuve fuera del speed dial, del booty call, del “qué haces”, del “¿drinks?” y fuera de la vida de mucha gente. Y esos “fuera” son positivos pues permiten otras bienvenidas. 

No, no es fácil…porque la mayoría de esos “fuera” incluyen buenas conversaciones, ratitos de cosquillitas e incluso conatos de amistad. Pero, aprendí – a fuerza de lágrima viva- que si es un “fuera”, no es un amigo o una amiga.

Sé que por cada “fuera” habrá un “mucho gusto”, por cada “delete contact” un “¿cuál es tu numero” y por cada “ya no sé nada de x” llegará un “coño, lo que me estuve perdiendo”. 

Además de filtrar personas en mi vida, el encierro me permitió filtrar ideas para mi vida.  Me di cuenta que durante los ocho meses que trabajé en la milla de oro nunca fui a la playa, y vivo a un bloque.  También descubrí que como a eso de las 6pm, varios gatos se pasean por mi tejado y maúllan para aparearse.  En adición, revalué mis prioridades y desempolvé mi estuche de hacer prendas, los libros que llevaban tiempo adornando las tablillas, compré gas para la estufa, cociné y me conocí. Leí y memoricé mamotretos pero más importante aún, me devoré a Julia, corrí largas millas, me regalé ratos de asueto, me compré juguetitos, me identifiqué con causas, dormí con mi perra, estuve descalza por meses…viví.

Es imposible cambiar la experiencia…lo vivido, vivido está. Pero, si tuviera que volverlo a hacer [todavía no llegan los resultados] sólo haría los siguientes ajustes:

1. Desistiría de contactar el mundo…soy parte de él.

2. Eliminaría la búsqueda por la perfección…soy perfecta.

3. Besaría mi perra todos los días…la muy chula aprendió a meditar.

 

Y ahí estoy. 

Aquí estoy.

Un año después de aquella entrada de blog.

Dos meses después de la reválida.

Un mes después del foursome… del que me bajé de la cama.

Mjú.

Dos de las tres nos quitamos, bajamos, salimos del cuarto y sentamos en la sala.  Y así, mientras en los cuartos ardía Troya, nosotras cantamos y bailamos al son de Melendi.  

 

Y de repente, en medio de aquella sesión de las niñas escuchas, el chico del foursome salió del cuarto. 

“¿Nene pero qué tú haces a esta hora?” –le pregunté.

“Texteo”-contestó.

“Es tu chica, ¿verdad?” –aseveré

“Sí”, me dijo…y volvió a mirar el teléfono. 

Entonces, mi cerebro hizo click...porque él tarda...'dito.

Y lo ví todo claro:

Yo, no voy a vivir asi...de chispito en chispito....de chin en chin...de texto en texto.  

Lo quiero todo, lo quiero en grande, lo quiero ahora.

 

7 comentarios:

Verónica Rt dijo...

....!!! gracias!

Unknown dijo...

De lo mejor que he leído... Gracias también...

edmaris dijo...

Auch nena! esto me lo voy a repetir, hasta que me lo crea y lo recree: [Sé que por cada “fuera” habrá un “mucho gusto”, por cada “delete contact” un “¿cuál es tu numero” y por cada “ya no sé nada de x” llegará un “coño, lo que me estuve perdiendo”.
Yo, no voy a vivir asi...de chispito en chispito....de chin en chin...de texto en texto.] qué rico leerte! un abrazo

Unknown dijo...

tee grax ... me encanta leerte x eso t amo

tambn estoy llorando (sigh)

muah :*

nestor dijo...

abierto, nada de filtro y genuino; dices lo que otros piensan pero no se atreverian a escribir

Kayla S. dijo...

Me mató... Bravísima:

“Y lo ví todo claro: Yo, no voy a vivir así...de chispito en chispito....de chin en chin...de texto en texto. Lo quiero todo, lo quiero en grande, lo quiero ahora.”

Anónimo dijo...

Muy bueno, me gusta esa forma tan natural y de a verdad de escribir...

Los "Los Fuera" son mi consigna personal, nada como darse el espacio de ser lo q. somos.